Diseñar los jardines del hotel El Fuerte en Marbella, ha sido para mí una experiencia diferente y especial. Comenzó hace ya casi 5 años. Desde aquello ya ha llovido, ha pasado tiempo. El Fuerte es un icono en la ciudad de Marbella. Era, fue..."El Hotel".

 

Sobre una superficie pequeña y ocupada, en su gran mayoría por pavimento duro, el paisajismo del hotel El Fuerte discurre por dos zonas opuestas. 

Todo en él es opuesto: norte - sur, tradición - modernidad, sombra - sol, movimiento - calma, y así también son los jardines. 

 

Formados por dos jardines separados. Comunicados por un potente edificio, cuyo proyecto de restauración -que ha sido más bien hacerlo de nuevo-, es obra del arquitecto y amigo Pablo Liev -de Liev-Rodriguez Arquitectura-. Él aportó la calma y la serenidad en incontables momentos de tensión técnica, emocional, familiar, administrativa y arqueológica. Es un gusto tenerle cerca.

 

El jardín de acceso ha tenido que colaborar o convivir, y a veces, hasta incluso competir, con un bosque denso de pinos que es una seña de identidad del propio hotel desde su fundación. Casi por tanto, esta zona del jardín es un jardín en umbría, donde las plantas son en su mayoría las que más felices se encuentran en este entorno. El resultado es un jardín con una exuberancia de especies, que han sido elegidas para jugar con sus hojas en formas, texturas y colores. 

 

El jardín que da al mar, el jardín de la zona de piscina, se reduce a unos parterres y jardineras en las que las plantaciones elegidas, toleran la salinidad propia de la cercanía a la costa y al sol. Sol que disfrutan, al igual que los clientes, una mezcla de especies entre las que abundan, aquellas que se dejan mecer por el viento y la brisa del Mediterraneo.

 

Diseñar los jardines del hotel El Fuerte en Marbella, ha sido para mí una experiencia diferente y especial. Comenzó hace ya casi 5 años. Desde aquello ya ha llovido, ha pasado tiempo. El Fuerte es un icono en la ciudad de Marbella. Era, fue..."El Hotel".

 

Sobre una superficie pequeña y ocupada, en su gran mayoría por pavimento duro, el paisajismo del hotel El Fuerte discurre por dos zonas opuestas. 

Todo en él es opuesto: norte - sur, tradición - modernidad, sombra - sol, movimiento - calma, y así también son los jardines. 

 

Formados por dos jardines separados. Comunicados por un potente edificio, cuyo proyecto de restauración -que ha sido más bien hacerlo de nuevo-, es obra del arquitecto y amigo Pablo Liev -de Liev-Rodriguez Arquitectura-. Él aportó la calma y la serenidad en incontables momentos de tensión técnica, emocional, familiar, administrativa y arqueológica. Es un gusto tenerle cerca.

 

El jardín de acceso ha tenido que colaborar o convivir, y a veces, hasta incluso competir, con un bosque denso de pinos que es una seña de identidad del propio hotel desde su fundación. Casi por tanto, esta zona del jardín es un jardín en umbría, donde las plantas son en su mayoría las que más felices se encuentran en este entorno. El resultado es un jardín con una exuberancia de especies, que han sido elegidas para jugar con sus hojas en formas, texturas y colores. 

 

El jardín que da al mar, el jardín de la zona de piscina, se reduce a unos parterres y jardineras en las que las plantaciones elegidas, toleran la salinidad propia de la cercanía a la costa y al sol. Sol que disfrutan, al igual que los clientes, una mezcla de especies entre las que abundan, aquellas que se dejan mecer por el viento y la brisa del Mediterraneo.

Obra finalizada